Las empresas estatales de petróleo controlan éste mercado mundial. En los años setentas, las reservas de petróleo de las empresas estatales solo correspondían al 10% del total mundial. En la actualidad, las empresas estatales suman más del 85% de las reservas comerciales de petróleo y 65% de las reservas disponibles de gas. Este cambio obedece especialmente a las 58 expropiaciones de activos de la industria petrolera realizadas durante los años setentas, donde se formaron y fortalecieron muchas de las actuales compañías estatales de petróleo. Aunque entre 1985 y 2006 no se presentó ninguna expropiación en este sector, durante los últimos ocho años, se presentar nuevamente expropiaciones en países como Argentina, Venezuela, Ecuador, Rusia y Republica de Chad, entre otros.
Las empresas estatales producen 3 de cada 5 barriles de petróleo consumidos en el mundo, aunque sus ingresos solo corresponder a un poco más del 30% de todo el dinero pagado por este recurso no renovable. La inquietud en este punto sería si las empresas estatales producen más que las compañías privadas de petróleo, ¿por qué sus ingresos son menores?
La respuesta podría ser que los objetivos de las empresas estales de petróleo tienen un espectro más amplio que la maximización de la riqueza de los accionistas, como sucede con las compañías internacionales de petróleo. La gama de objetivos políticos de las empresas estatales puede comprender subsidios al precio del combustible para el consumo doméstico, la reducción del desempleo, proveer programas sociales, la seguridad energética del país o el soporte de países políticamente afines. Cuando se adicionan objetivos políticos o no comerciales a las compañías estatales de petróleo, es factible esperar un deterioro de su desempeño económico y en su política de reinversión.
Una estadística básica que se puede utilizar como medida de eficiencia para comparar los dos tipos de compañías podría ser los ingresos promedios generados por cada empleado. Durante la primera década de este siglo, los ingresos promedios generados por un empleado en una compañía internacional de petróleo corresponden a US$ 1.800, frente a US$1.200 generados por empleado de una compañía estatal.
En este contexto debe tenerse presente que algunas empresas estatales del sector cuentan con un número significativo de empleados, como es el caso de Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPN) con 1.7 millones de empleados, Gazprom con 400.000, Lukoil 150.000 y PEMEX 140.000. Ecopetrol cuenta con alrededor de 8.000 empleados directos y 40.000 contratistas.
De otra parte, según las estadísticas reportadas por el Banco Mundial, el precio de un galón de gasolina y diésel en países que tienen una empresa estatal de petróleo son 36% y 49% menores, respecto al precio de países que cuentan con solo compañías internacionales de petróleo. Algunos ejemplos de países que venden combustibles para consumo doméstico muy por debajo de los precios internacionales son Venezuela, Libia, Arabia Saudita y Kuwait.
La demanda interna de combustible de Colombia corresponde en promedio a 280.000 barriles de petróleo equivalentes diario. Una reducción de COP$ 1.000 en todos los combustibles corresponderían a un poco más de COP$ 3.5 billones anuales. La pregunta en este momento será quién renunciaría a este monto que equivale al 1% del Producto Interno Bruto (PIB), o al 2.3% del presupuesto de la nación, o al 25% de las utilidades de Ecopetrol.
Según Bloomberg (http://www.bloomberg.com/visual-data/gas-prices/20142:Colombia), Colombia ocupa el puesto número 48 en el top de precios más altos de gasolina dentro de una muestra de 61 países. Adicionalmente, solo el 1.07% de los ingresos de las familias colombianas es invertido en gasolina para sus vehículos. Colocando este monto en contexto, una reducción de COP$ 1.000 en el precio de la gasolina representaría que los colombianos tendrían 0.1% de más de sus ingresos para gastos personales o ahorro, sin contar con que muchas de las personas de escasos recursos económicos no tienen vehículo propio, en consecuencia el traslado de la reducción de los precios podría ser menor al esperado.
Por otro lado, una reducción en el precio de los combustibles tendrán una repercusión en la demanda, la cual se espera aumente a 300.000 barriles de petróleo equivalentes diario, lo cual implicaría que algunos proyectos de energía renovable y biocombustibles dejarían de ser económicamente viables, junto con un aumento de más del 5% de las emisiones de dióxido de carbono, un desincentivo para comprar carros más eficientes y una reducción del petróleo exportado por Colombia.
En ese orden de ideas, la decisión de reducir los precios domésticos de combustible debe provenir de un estudio integral, que no sea solamente basado en los intereses políticos de nuestros gobernantes, sino consecuente con las políticas internacionales sobre eficiencia energética, reducción de emisiones y auto sostenibilidad de las empresas estatales de petróleo.
Sergio Cabrales Arévalo